jueves, 10 de octubre de 2013

La fuerza más destructiva de la tecnología: los usuarios

La fuerza más destructiva de la tecnología: los usuarios


¿Cuál es la fuerza más destructiva en el mundo de la tecnología, que ha casi eliminado a Blackberry, llevado a Dell a cerrar su capital y provocado el caos en Microsoft ?

En Silicon Valley, la mayoría señalaría a una de estas tecnologías: los teléfonos inteligentes, las redes sociales, "la nube", las plataformas de aplicaciones o algún otro término inescrutable.

Sin embargo, la fuerza más destructiva, impredecible y volátil en la industria tecnológica está más cerca de lo que cree: somos usted y yo, y todos los que conocemos.





Hasta hace pocos años, la mayoría de nosotros no teníamos ni voz ni voto en las tecnologías que usábamos todos los días. Los aparatos eran entregados a uno desde lejos, elegidos por personas anónimas en oficinas anónimas y según criterios que uno no comprendía. Si uno iba a comprar un teléfono celular, le presentaban una selección de dispositivos que fueron aprobados por su operador móvil, y estos venían bloqueados para que el usuario no descargara aplicaciones que entraran en conflicto con los planes de negocios del operador. En su sala, uno tenía un decodificador entregado por el proveedor de cable, y si el sistema de video "a la carta" de este no ofrecía su programa favorito, había que encontrar un nuevo programa favorito.


En la cumbre de la cadena alimenticia estaba su jefe, o más concretamente, el director de informática de su empresa. La mayoría de los dispositivos tecnológicos del mundo eran comprados para uso corporativo, y los empleados de informática tomaban decisiones en base a la seguridad y el precio en lugar la facilidad de uso. Las empresas tecnológicas que satisfacían las preferencias de los directores de informática tendían a prosperar. Es por eso que, le gustara o no, la computadora de su oficina era fabricada por Dell, operaba Windows y Office, y el teléfono que su empresa le ofrecía era un BlackBerry.

Después, casi de la noche a la mañana, una serie de revoluciones tecnológicas y de marketing —como Internet de banda ancha por todas partes y el atractivo de dispositivos de consumo como el iPhone— transformó completamente el mercado para la tecnología. En los últimos años nosotros, los usuarios, por primera vez hemos tenido la capacidad de elegir la tecnología que queremos usar en casa, en nuestras redes inalámbricas, y, lo que es crucial, también en la oficina.

Solo hace unos años, los ejecutivos de BlackBerry Ltd. prometían que sus dispositivos le ganarían a sus rivales ya que BlackBerry estaba muy por delante en "sincronía con los directores de informática". Pero los atribulados ejecutivos no habían considerado que los directores de informática podrían perder su poder. A medida que los empleados comenzaron a exigir la libertad para utilizar los teléfonos, tabletas y aplicaciones que tenían en casa, las corporaciones más avanzadas encontraron formas de permitir la entrada de toda una nueva serie de tecnologías a sus redes.

Ahora uno puede usar un iPhone en lugar de un BlackBerry, un iPad en lugar de una computadora Dell y Google Docs en lugar de Word. Al final de cuentas, la sincronía con el director de informática no le ayudó ni un poquito a BlackBerry.

La caída de BlackBerry y los aprietos en los que se han visto Dell Inc. y Microsoft Corp. ofrecen una lección para cualquier firma que intente entrar al mercado de la tecnología empresarial. Indica que incluso si uno quiere vender tecnología a los directores de informática, no puede olvidar a los empleados, la que gente que efectivamente utiliza los aparatos.

"Es una lección increíble sobre lo que sucede cuando un conjunto de compradores implementa una tecnología para otro conjunto de usuarios, sin cuidado o sensibilidad de lo que los usuarios necesitarán para hacer su trabajo", apunta Aaron Levie, presidente ejecutivo de Box Inc., una de las empresas jóvenes más prometedoras de Silicon Valley.

Box vende plataformas de almacenamiento en la nube a grandes clientes corporativos. Pero a diferencia de los servicios empresariales de antaño, Levie dice que sus ingenieros y equipos de productos no dejan de pensar sobre los empleados que usarán sus productos.

Box ejemplifica una estrategia que alguna vez llamé la Facebookización de las empresas: "Hemos combinado la mentalidad del diseño del producto de Google o Facebook con la estrategia de ventas que vería en una firma como Salesforce.com y las mejores partes de Oracle", apunta Levie.

Considere el último producto de Box, una aplicación de colaboración usando documentos llamados BoxNotes. Cuando dos personas en ubicaciones distintas están trabajando en el mismo documento, BoxNotes destaca los cambios de cada usuario mostrando sus rostros: un truco que Levie reconoce con orgullo que fue inspirado por el sistema de mensajes burbujas del chat de Facebook.

Incluso en su estrategia de ventas, Box se distancia del modelo de tecnología empresarial del pasado. "Hasta hace poco, evitábamos hablar con el director u otro comprador de informática en una empresa", dice Levie. En cambio, Box se acercaba al jefe de marketing o ventas de una empresa, y una vez que la gente en esos departamentos comenzó a usar Box, los empleados corrían la voz en toda empresa, finalmente obligando al departamento de informática a adoptar Box.

Antes, los directores de informática y su equipo tenían siempre la reputación de buscar formas de decirle a sus empleados lo que no podían hacer. Ahora, en las empresas más progresistas, el trabajo principal del departamento de tecnología no es decir que no, sino encontrar una forma de permitir a los empleados operar de manera segura los dispositivos y programas que les gustan. La filosofía es la siguiente: los empleados son más productivos cuando se les permite trabajar con las herramientas que los hacen felices.

Según la firma de investigación CB Insights, las startups que se enfocaban en los servicios empresariales en lugar del mercado para consumidores ahora están recibiendo nuevo interés en Silicon Valley. Estas empresas deberían tener en mente la lección de BlackBerry. Toda firma cuyos productos serán principalmente usados por personas sin grandes conocimientos tecnológicos dentro de una organización —es decir, empresas que venden software para gestionar las relaciones con clientes, software de ventas, software de analítica— tendrá que crear herramientas que funcionen de la misma forma que la tecnología de nivel consumidor que nos ofrecen empresas como Apple y Google.

Para trabajadores y startups como Box, la nueva realidad es gloriosa. ¡Enhorabuena, todos recibiremos mejor tecnología en el trabajo! Para firmas de servicios empresariales atadas por su cercanía a los directores de informática, es el fin del mundo.

Por
FARHAD MANJOO wsj.com

lunes, 7 de octubre de 2013

¿Prohibición para las redes sociales?

Prohibición de usar redes sociales, práctica que tiene "muerte cerebral"

Si la empresa en donde trabajás te prohíbe utilizar Twitter, Facebook, LindedIn y otras redes sociales en la oficina, usa una política que tiene "muerte cerebral", le dijo a Andrew Keen - autor del "Digital Vertigo" (Vértigo digital)- el empresario Vivek Wadhwa, quien se encuentra en la lista de las 40 mentes con mayor influencia en la tecnología. La conversación entre ambos, que sacó a relucir las cinco razones por las cuáles interactuar en internet no es un pecado laboral, fue publicada por CNN en Español.

5 razones para no prohibir las redes sociales en la oficina

Andrew Keen, empresario anglo-estadounidense, escéptico profesional y autor de The Cult of the Amateur (El culto del aficionado) y de Digital Vertigo (Vértigo digital), habló con Wadhwa, quien se encuentra en la lista de las 40 mentes con mayor influencia en la tecnología, y el artículo fue recopilado en FutureCast, una conferencia que se llevó a cabo en Palo Alto, California.

Las razones por las que no se debe prohibir el uso de redes sociales en la oficina son cinco:

1. Es contraproducente

Gerentes dictatoriales, considérense advertidos. El prohibir las redes sociales en el trabajo es tan posible como los intentos del Rey Canuto para detener la marea. Como Nicco Mele afirma en The End of Big: Howe the Internet Makes David the New Goliath (El final de lo grande: cómo el internet hace de David el nuevo Goliat), las redes sociales en realidad contribuyen a la muerte de la gran empresa. Además, ya que la mayoría de los trabajadores ahora tienen sus teléfonos inteligentes y sus tabletas, es prácticamente imposible -sin establecer un régimen totalitario que lo ve todo- evitar que los trabajadores echen un vistazo a sus actualizaciones de Facebook o las entradas de Twitter mientras van a los servicios.

2. Es una idea muy antigua

Incluso la palabra "prohibición" es arcaica. Como argumenta Moisés Naim en The End of Power (El fin del poder), al socavar las jerarquías tradicionales y las barreras, el Internet hace que sea cada vez más difícil prohibir cualquier cosa. "El estar al frente no es lo que era antes", anota en el subtítulo del libro. Los dictadores de Medio Oriente deberían, por supuesto, tener cuidado. Aunque también deberían tenerlo los todopoderosos directores de TI o los gerentes de R.H. cuyo monopolio de autoridad y poder ha sido socavado por el internet. Como la Plaza Tahrir, la oficina en el siglo 21 ha sido radicalmente democratizada. Las oficinas estrictamente controladas de arriba a abajo ya no funcionan. Son tan del Siglo XX.

3. Las redes sociales son la nueva pausa para el café

Es la versión del Siglo 21 del enfriador de agua. Es la forma como recibimos las noticias, nos ponemos al día con los amigos y colegas, hacemos nuestros planes sociales, establecemos nuestras identidades y vemos al mundo. Nuestro uso obsesivo de las redes sociales significa que todos vivimos en un presente perpetuo, dice el columnista de CNN Douglas Rushkoff en Present Shock: When Everything Happens Now (Choque con el presente: cuando todo pasa ahora). Es lo que los gurús de las redes sociales Robert Scoble y Shel Israel describen en Age of Context (Era del contexto). Como Scoble nota, este ambiente rico en redes sociales, en donde todo lo que hacemos se convierte en "información social", es lo que llama el "nuevo mundo". Esto es "atemorizante" y "estrafalario", reconoce Scoble. Pero es tan inevitable como los coches que se conducen solos o los ordenadores portátiles. La prohibición de las redes sociales, por lo tanto, es esencialmente prohibir a las personas en el trabajo. Es como si se ilegalizara hablar o reír. Igual podrías prohibir respirar.

4. Es beneficioso realizar múltiples tareas

Como cualquier persona con niños lo sabe, los nativos digitales viven sus vidas híper-conectadas gracias a la realización de múltiples tareas al mismo tiempo. Y lo mismo es cada vez más cierto en el trabajo. Erase una vez, nos sentábamos todo el día en la oficina y luego nos íbamos a casa para disfrutar de nuestro tiempo libre. Sin embargo, hoy en día, el trabajo y el tiempo libre están estrechamente conectados. De manera que el 'tweet' ocasional o la actualización de Facebook desde la oficina no significa que no estás trabajando. Simplemente significa que parte de tu cerebro podría estar temporalmente concentrado en otra cosa. Esa concentración temporal describe la naturaleza del trabajo en el Siglo 21. Así es como todos -incluso los más eficientes entre nosotros- funcionan en la era de las redes. Como Jane McGonigal indica en su 'bestseller' Reality is Broken: Why Games Make Us Better and How They Can Change the World (La realidad se ha averiado: por qué los juegos nos hacen mejores y cómo pueden cambiar el mundo), el realizar tareas múltiples en realidad nos vuelve más creativos al estimular nuestro carácter juguetón.

5. Nos vuelve más productivos porque abre nuestras mentes

Las redes sociales no sólo nos permiten resolver los grandes problemas de forma grupal, sino también nos instruye más, nos hace capaces de pensar con mayor independencia y nos proporciona una sensación como PES de lo que otras personas piensan, de acuerdo a Clive Thompson en Smarter Than You Think: How Technology is Changing Our Minds for the Better (Más listo de lo que crees: cómo la tecnología mejora nuestras mentes). Por medio de Twitter, podemos acceder a artículos e historias del periódico que de otra forma nos perderíamos. LinkedIn nos permite la interconexión con colegas. Facebook nos proporciona inteligencia sobre ideas y empresas competitivas. Y prohibir las redes sociales en el trabajo únicamente aumenta aún más este conocimiento al alentarnos a comunicarnos con empresas más abiertas e innovadoras.

Fuente: LA NACION